martes, agosto 23, 2011

Si cambiamos una letra de lugar en el apellido de este escritor tenemos el nombre del protagonista de El amante bilingüe. Juan Marés se ha convertido en un mendigo de oficio. Toca el acordeón en las Ramblas de Barcelona desde que Norma, su mujer, una burguesita que trabaja como funcionaria en la Generalitat, lo engañó y abandonó. Desde entonces no levanta cabeza, se conduce por la vida como un alma en pena, no cura las heridas y sigue perdidamente enamorado de ella. El pobre no tiene cara ni casa; no es nadie ni espera nada. Juan Faneca (el otro gran personaje de la novela), en cambio, es un charnego estirado, elegante, gracioso, atrevido. Se toma la vida de otra manera y triunfa en las empresas en las que Marés fracasa. Son amigos íntimos pero se detestan mutuamente. ¡Ah! se me olvida decir que ambos, Marés y Faneca, son una y la misma persona. Marés se disfraza de Faneca (peluca, lentilla, patillas, pestañas) para reconquistar a Norma.

A través de estos dos personajes el autor estudia el muy sugerente tópico de la alteridad, del otro, de las diversas identidades que pueden converger en una misma persona. Muchos y muy grandes escritores han abordado este tema. Se me vienen a la cabeza Stevenson, Pessoa, J.R.J., Borges. Marsé lo lleva al extremo haciendo que uno le envíe misivas al otro o haciendo que el otro sienta remordimientos por ponerle los cuernos al uno y así el desdoblamiento, la escisión de la personalidad llega a ser casi ridícula.

Además de ésta, otras dualidades pueden encontrarse: lenga catalana/lengua española; catalán/charnego; alta burguesía/populacho.

Quizás sea el conocimiento profundo de las clases sociales lo que más me gusta del autor, cómo las describe, cómo sabe de sus maneras, su pensamiento, su lenguaje, sus deseos y sus frustaciones.

Me han entrado ganas de ir a Barcelona.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno, sí señor!!
Bss

joselu dijo...

¿Te gusta Marsé, Rebeca?