lunes, septiembre 19, 2011

LA NOBLEZA DE LA CONDICIÓN

Todos -casi todos- esconden un puñal.
Solo esperan el momento mejor para clavarlo.
En tanto, sonríen, saludan, ponen buena cara,
pues algún gesto o cara hay que poner...

Los perros de la envidia, los osos arrogantes,
el orgullo como gigantes hormigas,
la altivez espantosa, la ingente vanidad
egomaníaca y en tiña como un pez enfermo,

llenan ese cóctel que en apariencia es
solo batintín de palabras cordiales pero huecas.
El puñal y la horda aguardan su momento.

Cuando llegue, todo será carnicería y fango.
Aplastados, heridos, humillados o rotos entre sí
los altaneros hombres celebran su destino.

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