miércoles, marzo 30, 2011


Recoge su obra poética escrita entre 2006 y 2009. Heterogéneo: seguidillas, haikus, sonetos, verso libre. Lees a este poeta con curiosidad y pendiente siempre a la sorpresa. Su estilo claro, breve e ingenioso, despojado de solemnidad pero salpicado de tradición, es una fiesta a la inteligencia.
Las referencias sobre él me llegaron no como escritor sino como director de la Biblioteca Nacional durante el Aznarato. Tuve ocasión de conocerlo, hablar un poco con él en la feria del libro de 2008. Me firmó su antología corregida y ampliada "Su nombre era el de todas las mujeres" que leí con verdadera devoción.
Este "Reino blanco" tal vez sea un poco más nostálgico. La sección "Hojas de otoño" está cicatrizada de melancolía y esto es algo que no percibí en el anterior poemario. En todo caso persiste su marchamo amable, moderno, cuya profundidad no resta ocasiones para que el lector se emocione y sonría.

viernes, marzo 18, 2011


Este es uno de esos libros a los que conduce "Las armas y las letras". Acabo de acabarlo y estoy encantadoramente encantado.
Es una novela-ensayo (literatura e historia abrazadas y confundidas) dividida en tres capítulos, tres partes, tres historias que giran en torno a un solo acontecimiento: el fusilamiento fallido en enero de 1939 del escritor y político falangista Rafael Sánchez Mazas. Se cuenta también su posterior vivencia como forajido y refugiado en masías y pajares hasta la entrada de los nacionales en Gerona. No quiero contar más. El libro está lleno de emoción, de humanidad. Siendo su planteamiento muy literario, la historia narrada es muy real, por lo que divierte e instruye al mismo tiempo. Un libro magnífico.

lunes, marzo 14, 2011


No voy a entrar en valoraciones. No puedo aseverar que sea buena o mala, sensibloide o kitsch; si se parece a Verano Azul ni es mi culpa ni me importa. Solo puedo decir que en arte se agradece mucho la sinceridad y que viéndola he disfrutado, he sufrido y he llorado intensamente.

sábado, marzo 05, 2011


Absorbente ensayo sobre el papel de los escritores durante el periodo de la Guerra Civil Española, sobre sus afinidades o militancias políticas, sobre la evolucion del pensamiento de cada uno de ellos y la de sus obras al influjo de la contienda.

Edición cuidadísima en todos los sentidos: ilustraciones, índices de materias y onomástico, anexos biográficos y biobibliográfico y cuadro cronológico histórico y literario. 3ª ed. actualizada en 2010. De verdad, es una edición preciosa. El contenido no se queda atrás. Aquellos a quienes interese la Guerra Civil y los escritores de fin de siglo XIX y primer tercio del siglo XX hallarán una lectura hipnótica, impostergable una vez iniciada.

Se le ha reprochado afán de equidistancia, o sea, estar tan cerca de republicanos (rojos, leales, comunistas) como de Nacionales (azules, rebeldes, fascistas). El autor se defiende de esto en el prólogo creo que sin demasiada eficacia. Pienso que eso más que un error es un acierto ya que haberse referido a unos y otros en términos maníqueos de buenos y malos hubiera sido aburrido. Es cierto que toma distancia, incluso recurre al humor (por ejemplo cuando habla de la afición gastronómica de Max Aub), también es cierto que intenta ser objetivo, pero todos sabemos que eso es imposible. Enseguida aparecen juicios personales. De inmediato el lector advierte notas de indisimuladas simpatías o de manifiestas ojerizas y comprueba que se han seleccionado opiniones, capítulos concretos que avalan una opinión y no otros que podrían justificar la contraria. Parecen antipatías personales más que políticas. Pondré un ejemplo para que mi observación no quede sin asidero: sobre Neruda ofrece la visión egoísta, cobarde y oportunista que de él tienen Juan Larrea, Juan Ramón Jiménez y su paisano Morla Lynch, pero no se contempla la de Alberti, Aleixandre o M. Hernandez. Para hablar de Alberti, Bergamín, Neruda utiliza un tono y para hacerlo de Unamuno, Juan Ramon Jiménez, Machado, Morla otro. Con hispanistas como Ian Gibson está claro que no comulga. Llega al sarcasmo siempre que habla de los Alberti; también cuando dice que Cernuda no asiste en Valencia a las sesiones del Congreso Internacional de Escritores por encontrarse "ocupado en sus baños de mar".

En el momento que hay narrador hay un punto de vista, interpretación y selección determinada de datos. Por ello estos detalles de la obra son excusables, además sin estos carecería de interés. La grandeza de la obra me parece que es precisamente esa valentía de vencer el obstáculo de la imposible imparcialidad. Es de elogiar la gran riqueza de datos, personas, publicaciones, anécdotas que abundan el texto. Pienso que lo divertido e interesante y al cabo lo que de lo sucedido de la historia queda es lo que en esta hay de literatura.

Por último, este libro posee esa otra cualidad que desde mi punto de vista debe poseer todo buen libro y que faltándole otras (que no es el caso) bastaría para salvarlo: ser un puente hacia otras lecturas.