viernes, junio 05, 2015

Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.

Grito «¡Todo!», y el eco dice «¡Nada!».
Grito «¡Nada!», y el eco dice «¡Todo!».
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.

No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)

Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.

miércoles, junio 03, 2015

¿Cuál fue mi último gran viaje? El día que me miré por dentro y supe que no solo era a veces un buen tipo sino que también escondía a algún que otro canalla.

martes, junio 02, 2015







          Conscientes de que es imposible la objetividad (máxime cuando se trata de narrar una vida) y de que la objetividad en ocasiones ni siquiera resulta interesante o atractiva a la lectura; hay que asumir que es esa misma  objetividad, sin embargo, lo que más se valora y prestigia en este género literario llamado biografía.

Leyendo la presente uno observa cómo en ella se ha conseguido aquello que en webs, biopics y prensa no se ha conseguido: la ecuanimidad y en consecuencia la verosimilitud. Su figura, la de Camarón, dada o bien al fanatismo mitómano o al desprecio ignorante casi nunca se había tratado cabalmente y sin exageraciones; es decir, llamando a cada cosa por su nombre.

Creo que se le hace justicia a la familia de Paco de Lucía, siempre honrada con el gitano en lo referente a derechos de autor y en todo lo demás como una familia para él. Creo que también es justo que se hable de la hija no reconocida del de la Isla de sus años madrileños, y de la imprudencia temeraria de Camarón que causó la muerte de dos personas en un accidente de tráfico. Plagada de anécdotas curiosas y aspectos desconocidos. Lo he pasado muy bien.