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viernes, abril 17, 2020


Con muy buena prosa y lujo de detalles la autora zaragozana nos da un paseo por la edad antigua. Éste periodo eclosiana de la prehistoria con el nacimiento de la escritura y se extiende hasta el periodo greco-romano. En dicho recorrido la historia de nuestra cultura es reflejada por distintos prismas: cultura oral, invención de la escritura, primeros escritores, sus obras, los diversos soportes documentales, la lectura, el papel de la educación, el de los libreros y las bibliotecas.

El hilo conductor de la obra es la transmisión de toda esa cultura desde la noche de los primeros tiempos de la escritura hasta el amanecer del siglo XXI. Son muchas las vicisitudes que han sufrido las colecciones de libros desde antaño hasta hogaño: robos, incendios, inundaciones, guerras, censura, bibliocaustos, traslados, desidia y olvidos. Tal vez la enseñanza que obtenemos de su lectura sea la comprensión de cómo esas obras iniciáticas han ido modelando la civilización a lo largo del tiempo hasta configurar nuestra cultura actual.

Es una obra divulgativa asequible para todo lector con curiosidad, de misma la familia del ya clásico "El mundo de Sofía". La materia es densa pero intercala, para allanar la varga, anécdotas etimológicas ("Teatro" viene del griego Lugar para mirar), científicas (Eratóstenes calculó la circunferencia de la Tierra valiéndose de razonamientos, un palo y un camello con un margen de error de solo de 80 kms) o bibliométricas (Datos de 2016, 224 millones de libros publicados en España de los cuales 90 millones por no ser vendidos son devueltos, triturados y reciclados en otros libros, servilletas o posavasos). Nos recomienda lecturas, películas, lugares. Tiene esa virtud de los buenos libros de conducir a otros, de despertar la curiosidad y hacer de nosotros investigadores para consumo propio.

En definitiva, un libro al que deseo y me atrevo a pronosticar una vida larga.


miércoles, enero 07, 2015

Un ensayo inteligente, lúcido que airea los vicios de la España más reciente, los males esporádicos y también los crónicos o endémicos: el "fetichismo del origen" o nacionalismo, la "paletería satisfecha", la "grosería populista", el "narcisismo quejumbroso, exigente y necesitado siempre de halago y no de responsabilidad"; el "pánico español a distinguirse de lo mayoritario y a no contar con el cobijo de un grupo que es una de las razones de nuestra hipocresía civil" pues "no aceptarán que te apartes ni un milímetro de la ortodoxia que ellos mismos marcan", "el castigo del desvío es el San Benito y el anatema" . Los españoles "disculpamos y celebramos la grosería porque nos parece más verdadera". La envidia, la codicia.

sábado, marzo 22, 2014



El instante al que se refiere el título es el que refleja el fotograma de la cubierta; es decir, el momento, poco más de las seis de la tarde del 23 de febrero de 1981, en que guardias civiles al mando de Tejero tirotean el cielo del hemiciclo y conminan al gobierno y a los diputados a obedecer sus ordenes de irse al suelo. Todos lo hacen menos Suarez, Carrillo y Gutiérrez Mellado. El libro analiza ese momento, las vicisitudes históricas que condujeron a ese momento, el gesto de esos tres hombres, los porqués, cómos, cuándos ..

Uno se entera de que el autor del golpe no fue Tejero- mero ejecutor- sino Alfonso Armada, instructor, consejero y ex-secretario de Juan Carlos I. Uno se entera de que el CESID tuvo parte (aún se desconoce cuánta) en la logística del plan (manda eggs), de que solo se juzgó a una cuarta parte de los golpistas. Uno se entera de que el tribunal que los juzgó y los juzgados eran practicamente los mismos, de ahí que tanto Tejero como Alfonso Armada cumplieran penas tan exiguas. Uno se entera de que NADIE (prensa, partidos politicos, ejército...) condenó el golpe hasta que se supo con seguridad que había fracasado, de que el Rey paró el golpe pero no hizo nada por prevenirlo, de que los motivos que lo movían era perpetuar la corona, de que tal vez fueron los tiros (parte imprevista del plan) lo que hizo que al Borbón no le quedara más remedio que intentar abortarlo.

Febrero 1981 Aquellos militares franquistas entraron en el congreso sin obstáculos, a lo Pavía. Abrigaban la intención de secuestrar las libertades del pueblo soberano subfusil en mano y volver a un gobierno de unidad, continuador de la dictadura. Retuvieron presos a doscientos diputados durante 16 horas. La mayor parte de aquellos hampones golpistas ni siquiera fue juzgada y aquellos que pasaron por el tribunal son libres desde hace tiempo.

Septiembre 2012 Manifestación pacífica alrededor del congreso. Fuerte dispositivo policial para reprimirla. Algunos políticos hablan de asalto a la democracia, de anticonstitucionalidad. De abracadabrante manera 64 personas resultan heridas, 35 personas detenidas y 12 imputadas.

sábado, marzo 05, 2011


Absorbente ensayo sobre el papel de los escritores durante el periodo de la Guerra Civil Española, sobre sus afinidades o militancias políticas, sobre la evolucion del pensamiento de cada uno de ellos y la de sus obras al influjo de la contienda.

Edición cuidadísima en todos los sentidos: ilustraciones, índices de materias y onomástico, anexos biográficos y biobibliográfico y cuadro cronológico histórico y literario. 3ª ed. actualizada en 2010. De verdad, es una edición preciosa. El contenido no se queda atrás. Aquellos a quienes interese la Guerra Civil y los escritores de fin de siglo XIX y primer tercio del siglo XX hallarán una lectura hipnótica, impostergable una vez iniciada.

Se le ha reprochado afán de equidistancia, o sea, estar tan cerca de republicanos (rojos, leales, comunistas) como de Nacionales (azules, rebeldes, fascistas). El autor se defiende de esto en el prólogo creo que sin demasiada eficacia. Pienso que eso más que un error es un acierto ya que haberse referido a unos y otros en términos maníqueos de buenos y malos hubiera sido aburrido. Es cierto que toma distancia, incluso recurre al humor (por ejemplo cuando habla de la afición gastronómica de Max Aub), también es cierto que intenta ser objetivo, pero todos sabemos que eso es imposible. Enseguida aparecen juicios personales. De inmediato el lector advierte notas de indisimuladas simpatías o de manifiestas ojerizas y comprueba que se han seleccionado opiniones, capítulos concretos que avalan una opinión y no otros que podrían justificar la contraria. Parecen antipatías personales más que políticas. Pondré un ejemplo para que mi observación no quede sin asidero: sobre Neruda ofrece la visión egoísta, cobarde y oportunista que de él tienen Juan Larrea, Juan Ramón Jiménez y su paisano Morla Lynch, pero no se contempla la de Alberti, Aleixandre o M. Hernandez. Para hablar de Alberti, Bergamín, Neruda utiliza un tono y para hacerlo de Unamuno, Juan Ramon Jiménez, Machado, Morla otro. Con hispanistas como Ian Gibson está claro que no comulga. Llega al sarcasmo siempre que habla de los Alberti; también cuando dice que Cernuda no asiste en Valencia a las sesiones del Congreso Internacional de Escritores por encontrarse "ocupado en sus baños de mar".

En el momento que hay narrador hay un punto de vista, interpretación y selección determinada de datos. Por ello estos detalles de la obra son excusables, además sin estos carecería de interés. La grandeza de la obra me parece que es precisamente esa valentía de vencer el obstáculo de la imposible imparcialidad. Es de elogiar la gran riqueza de datos, personas, publicaciones, anécdotas que abundan el texto. Pienso que lo divertido e interesante y al cabo lo que de lo sucedido de la historia queda es lo que en esta hay de literatura.

Por último, este libro posee esa otra cualidad que desde mi punto de vista debe poseer todo buen libro y que faltándole otras (que no es el caso) bastaría para salvarlo: ser un puente hacia otras lecturas.