lunes, enero 20, 2020


He leído la novela y después he visto la película. El orden no es aleatorio. Ambos artefactos funcionan y me han resultado satisfactorios por separado, con sus lenguajes propios: el literario analítico y el cinematográfico sintético. 
Se narra la felicidad de los años veinte, la abundancia, la suntuosidad de los salones, el materialismo como religión con su dios dinero en la hornacina, en el altar más alto. Pero también se dejan ver las sombras de todo eso: brutalidad, adulterio, desencanto, violencia. La vulgaridad de esas gentes frívolas y sin entrañas, la decadencia moral, nuevos ricos contra ricos de siempre, la división social este-oeste simbolizada en ese "Valle de las Cenizas" que los separa y donde la clase obrera se hunde en la miseria.
Lo que pudo ser y no fue, la contradicción de una época fulgurante y siniestra, la gran mentira del sueño americano... todo eso y además el amor de Jay Gatsby.

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