miércoles, octubre 10, 2012



Se lee a Salinger como se lee a cierto Kerouak, a cierto Bukowski, como se lee a John K. Toole y a Richard Ford; es decir, ligero pero sin ligereza, ágil pero detenidamente, festivo pero sin pasar por alto la bondad de sus ideas ni lo cautivador de su estilo. Un estilo directo, inmediato y un poco borde. No se puede obviar su gusto por lo popular o el predominio de lo narrativo sobre lo intelectual: es la novela norteamericana. Poderío narrativo todo, diálogo con la historia de la novela nada.

El guardian entre el centeno es una oda a la adolescencia, a las adolescencias de todos los que han sido rebeldes sin causa con toda la razón del mundo.

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