lunes, abril 18, 2016


En esta entrega el escritor arequipeño nos obsequiaba con dos novelas por el precio de una, ambas intercaladas en cada capítulo alternativamente. En los impares la vida de Flora Tristán (1803-1844) precursora del feminismo, quien con mente lúcida y una determinación inquebrantable se adelantó a su época reclamando la participación de la mujer en todos los niveles e instancias de la sociedad; y en los pares, la de su nieto el genial pintor postimpresionista Paul Gauguin (1848-1903). 

Pueden leerse independientemente pues a pesar del parentesco los dos personajes no se conocieron ni sus historias se interrelacionan.

Pudiera creerse que la razón de elegir estas dos vidas para una novela fuera los lazos de sangre, pero uno tarda muy poco en darse cuenta de que no. El paralelismo entre las vidas de una y otro se encuentra en el título. Ambos van buscando un paraíso, su paraíso, ambos van en pos de un ideal que les absorbe la vida y que se les va revelando muy difícil de asir.

Flora tristán proyecta una gira por Francia para promover un ideal de sociedad justa y despertar la conciencia de los obreros y las mujeres. Se rebela contra los privilegios de clase y exacerba al obrero para estimular su esfuerzo en aras de una sociedad donde no exista el abuso ni las desigualdades.

     Paul Gauguin, abandona una vida burguesa, una familia canónica y una posición como agente de bolsa, en busca, así mismo, de un ideal de vida y de la esencia del arte. Marcha a La Polinesia donde cree que podrá encontrar esa esencia en torno al primitivismo, a los ritos tribales, a las costumbres incontaminadas de progreso, a la cultura de las sociedades preindustriales. Primero Taiti, y desengañado luego, las Islas Marquesas de los Mares del Sur.

     Asistimos una vez más a una narración suya en un estilo abundoso, paciente, seguro, fluido, meticuloso que a veces agradecemos por su excelencia y otras molesta por su escrupulosidad (y por vernos obligados a saber más de lo que desearíamos sobre los personajes).

 

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