jueves, mayo 15, 2014


      Novela epistolar muy bien escrita (¿existe o ha existido quien escriba mejor que Delibes?) pero muy carca. Suena retrógrada toda esa retórica del cortejo, y arcaica esa concepción del amor desigual en que el enamorado babea ante una dama esquiva y desdeñosa.

     Eugenio, un periodista jubilado, inicia correspondencia con una mujer más joven que él a la que conoce a través de la sección de contactos de un periódico. A medida que se  suceden las cartas, Eugenio extrema su confianza con Rocío a la vez que aumenta el deseo por conocerla. Eugenio se comporta como un frusco casposo, le cuenta todo tipo de  intimidades, le cuenta su vida, la de sus hermanas y amigos; en cambio, Rocío lo reprende, le da largas y lo hace sufrir. Sobre todo cuando le envía una foto en que aparece en bikini. Aunque no conocemos las cartas de ella, de las de él se transluce lo ingrata que es Rocío, también lo insincera pues al final se descubre por una carta que le remite un amigo a Eugenio que con quien quería relaciones la señora no era con Eugenio sino con él, su amigo. La foto de la piscina era falsa y todo lo demás fingido.

La novela encierra una sátira sobre la ingenuidad del amor.

    "Me hacen gracia los andaluces siempre y cuando no sienten plaza de graciosos oficiales"-se dice en una de las cartas. Y se nos presenta una andaluza, Rocío, falsa, maliciosa y nada graciosa.

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