jueves, mayo 27, 2010



He leido este libro en el autobús, en la media hora entre Metropolitano y Recoletos.
Es un poemario bastante irregular, quizás lo que le de unidad sea el tema amoroso. Hay que aclarar que para la voz poética de Leonard Cohen amor y sexo son una y la misma cosa. Su estética, según me ha parecido, es la de la no representación excesiva de las palabras, osea, aligerar la carga de significación que cada palabra porta a sus espaldas. Exprime los conceptos, las imágenes y las metáforas (de las metáforas es un fervoroso) pero, por otro lado, pasa por alto la música, las sonoridades del poema (¿será la traducción?),y también, menos mal, los significados manidos y las palabras pretendidamente poéticas. Como actor que intentara precaver a toda costa la sobreactuación así Leonard Cohen huye de la poetización. Es artificioso queriendo evitar el artificio. A cada poema sucede un apunte del propio autor sobre diversos aspectos del poema, variantes, finales alternativos, versiones... a muchos de ellos les sobra esa exégesis, y en cambio en otros lo jugoso es precisamente la glosa y no el poema. Así en resumen.

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