sábado, marzo 27, 2010




5 de junio de 1956, Milton Berle Show.
Este chaval tiene 20 años. Dos años antes de esta polémica actuación es un perfecto deconocido que trabaja como camionero transportando materiales eléctricos. Parece un tanto especial: va a clase en pantalones de pinza, camisas como las de Alberti, cuello alzado, patillas de pata de cabra, pelo largo y engominao.. nada de esto se usaba aún. Apenas se relaciona sino con un primo suyo y en la música no ha tenido un comienzo habitual en conjuntos de barrio. Pero el chiico bueno, religioso, sensible, casero, tímido no puede contener las convulsiones de su cuerpo cuando se sube en un escenario. Un día de 1954 se presenta en Sun Records, una pequeña discogáfica de Memphis, para pagar la grabación de una canción con la que quiere obsequiar a su madre por su cumpleaños. De esa larva de artista sale en pocos meses la crisálida de rey del Rock, que a su vez da de sí la mariposa del mito.

La siguiente actuación de 1956 vendrá tres meses después, en el show de Ed Sullivan. Aparece solo de cintura hacia arriba pues la burguesía puritana estadounidense, manos en la cabeza y grito en el cielo, ha vertido duras críticas contra Elvis y contra Milton Berle. Al primero por considerar sus movimientos impúdicos, insinuantes, lascivos ("Elvis Pelvis" lo llaman para ridiculizarlo); y al segundo por retransmitir para todo el país un espectáculo tan obsceno. La iglesia también ha reaccionado hablando de movimientos dirigidos por el mismo satán. Dado que el chaval explica que no puede dejar de mover sus piernas al actuar, que es un movimiento dirigido más por la pasión que por la mente, optan por censurar y cortar el plano por la mitad.

Su temperamento espontáneo, fresco y audaz hace que triunfe. Da conciertos increíbles. Su particular forma de moverse y la negritud en el metal de su voz vuelven loca a la gente. De esta época habla Jonnhy Cash en su autobiografía diciendo algo así como que ver a Elvis desde bastidores era lo más espectacular que había vivido nunca y que era un chico sanísimo, fuerte, flexible, espontáneo. No fumaba ni bebía. Ni mucho menos se drogaba.


En 1958 cumple el servico militar en Alemania. De esta manera interrumpe su incipiente y prometedora carrera. Lo pasa francamente mal lejos de su madre. La instrucción militar es tan dura que los militares acostumbran a consumir anfetaminas para soportarla. Ese mismo año muere su madre de forma inesperada. Elvis nunca lo superará.

La década de los sesenta la dedica a protagonizar películas vacuas que le reportan muchas ganancias a él y sobre todo al coronel Parquer. Elvis lo lamentará siempre. Siente frustración por no haber interpretado papeles más serios, como los de sus admirados James Dean y Marlon Brandon.

En 1968 vuelve a los escenarios con el programa "Comeback Special". Este es a mi modo de ver la última gran aparición de Elvis. A partir de ahí, ya en los años setenta, se dedica a lucir trajes llamativos, cinturones ostentosos con los que pretende desviar la atención de su propia decadencia física. Se dedica a comer hamburguesas compulsivamente y a drogarse para preterir una realidad que le deprime. Quiere olvidar que aquellos que le rodean, la llamada mafia de Memphis, solo quieren su dinero. Quiere olvidar que Priscila se la ha pegado con su maestro de Judo, quiere olvidarse de los turbios negocios del Coronel Parquer cuya condición de inmigrante holandés ilegal ha ocultado a todos durante años.

Elvis muere el 16 de agosto de 1977 sobre la tapa del váter de uno de los muchos cuartos de baños de Graceland.

Leer la obra de Peter Guralnick, Último tren a Memphis + Amores que matan (según la crítica especializada la mejor biografía que se ha escrito sobre un músico) me ha servido para pasar unas semanas como si viviera junto a Elvis y también para formarme una idea de cómo, cuándo, por qué y dónde nació el Rock & Roll.

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